jueves, 31 de enero de 2008

Las cosas no son lo que parecen III

"De alguna forma extraña y por alguna razón inexplicable pudo verse a si mismo sumergido en ese sueño de cloroformo."

Pudo verse sentado en el umbral de una casa. El umbral se derretía lentamente y de sus paredes emergían liquidas arañas que le recordaban la cara de Adolf Hitler. Las arañas se escapaban y pasaban a su lado sin tocarlo. Sintió ganas de vomitar. Pero la onírica sensación desapareció en el instante en que la casa entera se vió derretida y en su lugar apareció la cara de Paul Eluard y a su lado una fugaz imagen en colores primarios, de Gala.
Intentó despertar del sueño de cloroformo, intentó volver al placard, pero el cielo de su sueño se tornó cubista y a sus pies pudo ver una canaste de pan, del cual suponía de no debía comer. No comió y como si su decisión de no comerlo hubiera incidido en la existencia del pan, aparecieron otros objetos: una sandía, una mano, una cara de una animal parecido a un pato, una papa pelada, una servilleta y un tintero con una pluma, aparecieron, como recompensandolo, dentro de la canasta.
Volvió a sentir las nauseas del cloroformo, pero no pudo despertar. Escuchó pasos que no pertenecían al sueño y le pareció imaginar que de la boca de un pez emergía un tigre, y de la boca del tigre, otro tigre, y que a su vez, todas las cosas del mundo provenían de las semillas de un fruto que no pudo reconocer. Los tigres lo aliviaron, y pensó que quizas pudieran matar con sus garras y dientes a aquellos hombre que le habían quitado su libertad, aquel día que salió de su casa a comprar cigarrillos y nunca más volvió.

-¿Cómo estará Catalina?

Despertó.

martes, 29 de enero de 2008

Las cosas no son lo que parecen II

Adán salio a comprar puchos y no volvió mas.
- claro que me acuerdo, 17 de Febrero de 1998. recién nos habíamos mudado a un departamento sobre Vidal casi esquina Roosevelt.
- La verdad no tengo idea, nunca entendí, solamente así de repente desapareció de nuestras vidas (...)
Catalina fumaba mientas relataba, yo me imagino esa pegajosa noche de febrero, estaba embarazada de seis meses cuando el se fue y todavía no habían pensado el nombre de la nena. Hoy Anita tiene diez años y la verdad es que tiene suerte de de tener a Juan, su papa desde hace ocho años.
- La verdad es que nose de que me estas hablando, yo estoy seguro de que esta vivo, y también se que andaba en algo un poco extraño, pero no se nada de lo que me decís, no conozco sobre el tema... Si era eléctrico un apasionado de la nada, en serio un tipo serio. Yo no se como explicártelo lo veía sufrir mucho por eso, no era feliz y a mi eso me dolía. Al verlo no sabia que hacer, le he tirado con cosas para que salga y vea gente pero no había caso, llegaba de trabajar y ahí terminaba el contacto con los demás, creo qué al final desconfiaba un poco de mi también, jamás me imagine que iba a pasar eso.

martes, 22 de enero de 2008

Las cosas no son lo que parecen

La pesadilla se volvía un sueño y viceversa.

Cayó de la cama, transpirado. Abrió los ojos al primer contacto de su cuerpo con la alfombra. Miró a su alrededor. Vió una habitación que no podía reconocer. Le pareció reconocer un perfume que había en el aire, pero no pudo reconocer la habitación.

El olor del perfume era bastante fuerte. Podía reconocer el olor, pero no podia descifrar a quien le recordaba...
Se levantó y se miró un moretón que le empezaba a crecer (producto de la caida). Caminó hasta una ventana. Al correr la cortina vió un bosque. No recordaba estar en un bosque, pero no le llamo la atención, ya que tampoco recordaba la habitación en la que habia despertado bruscamente.
El perfume le volvió a invadir la nariz, la boca. Tuvo nauseas, se sentó en una silla de madera que habia contra la pared. No podía recordar la huella mnémica que le traia aparejada aquel perfume.
Estuvo sentado en aquella silla durante horas. La mirada perdida, su mente esforzandose por recordar la conexión en su memoria con ese olor. De pronto, un ruido. Un motor que se acercaba, llegaba junto a la casa, se apagaba. Asomandose por un costado de la ventana, protegido por la cortina, pudo ver que de una vieja Ford 100 bajaban dos hombres. Uno de ellos, el que manejaba, llevaba un escopeta en su mano, el otro pelaba una manzana con un cuchillo, y se llevaba pedazos a la boca. El hombre que miraba desde el intrior de la casa, comenzó a temblar, corrió la cortina y corrió hasta la habitacion en donde habia despertado. Buscó desesperado un lugar para esconderse. Escuchó que una puerta se abria y se metió sin pensarlo dos veces dentro de un ropero que habia junto a la puerta de la habitacion. Al cerrar la puerta del ropero, escuchó una botella que se rompia y empezó a oler nuevamente el perfume que le habia traido las nauseas. Pudo reconocer el olor, inteso, penetrante, acido... "Cloroformo" pensó, antes de quedarse dormido.

Cayó de la cama, transpirado. Abrió los ojos al primer contacto de su cuerpo con la alfombra. Miró a su alrededor. Vió una habitación que no podía reconocer. Le pareció reconocer un perfume que había en el aire, pero no pudo reconocer la habitación.

viernes, 18 de enero de 2008

Cierto tipo de mono en La Paz

*Me sorprendi bastante pero rapidamente supe que era un mono y ese mono estaba recitando misa en Latin, con su Biblia apuntaba a la cruz de la Iglesia frente a la cual estaba arrodillado.
Era martes a la noche, y se lo veia feliz de poder dar misa a las unicas y verdaderas creyentes, unas microgotas de garua paceña que juraron incorruptibles y eternos votos de silencio.
Los utencillos de misa estaban cuidadosamente guardados en bolsas de residuos, se notaba una dieferenciacion por colores bastante prolija.
Se lo veia muy compremetido a su jurisdiccion, aferrado al baldoson y siendo parte de un acto de verdadera fe cristiana en calle Yanacocha.
Alguien deberia avisar al Vaticano y nombrarlo Monseñor.

*es sabido que es una actitud muy extraña la verdadera fe en los monos, tambien resulta extraño encontrar animales tan rapaces en una ciudad como La Paz donde habitan tantos dromedarios.
El misterio de los monos de Buenos Aires se extiende recordando que en las cazas y persecuciones de monos del siglo pasado los monos porteños han escapado a variados rumbos y han tomado caminos poco usuales en tanto a su forma de desarrollo .

miércoles, 16 de enero de 2008

Carta

Carta del doctor Darío Serrano.

Buenos Aires, jueves 17 de Enero de 1983.

Señor Francisco Santoro.
Estimado Francisco:

Hoy no queria escribirle. Pero una cuestion de casualidades me obligó a hacerlo.
Camine por el Cementerio de la Chacarita (ingresando por una de las entradas laterales, la de Newbery) y salí por la puerta principal, caminando por Lacroze hasta Forest. Doble. Vi los colectivos 65. Vi una plaza en memoria de un tal "Santoro", desaparecido durante la epoca del "proceso". El desaparecido es usted mi estimado. Quizas la guerrilla en tierras bolivianas lo hayan secuestrado o seducido. Quizas luzca usted ahora un pañuelo sobre su rostro, un pañuelo que emule al sub comandante Marcos. Quizas este usted tomado como rehen por algun grupo "subversivo" (que palabra tan polisemica). Lo cierto es que aquel Santoro que cedió su nimbre a una plazoleta de Colegiales, no esta mas presente ni menos ausente que usted.
A juzgar por lo que su padre me dijo al telefono, su paradero es realmente incierto. Lo poco que pudo decirme es que cree que ya el dinero deber ser poco (menos de 40 monedas de cobre), razon por la cual se veria usted obligado a volver a su pais, a su ciudad, a su barrio de Colegiales y a su calle (avenida) Forest, con sus plazoletas y sus colectivos 65. Espero que la guerra entre monos y elefantes en Bolivia no haya afectado seriamente nuestros intereses de publicaciones surrealistas.
Aqui el calor es insoportable. El escritorio sobre el cual le escribo estas lineas refleja la poca luz que alumbra un atardecer que acusa las 9 de la noche (21 horas). Cada vez son mas las ballenas blancas que se acercan hasta la costa, cada vez son menos las que preguntan por usted, mi estimado Francisco, en forma de sonidos agudos e irreproducibles en la oscura noche del Rio de La Plata.
El Banco Rio fue derrumbado (aquel nuevo banco de carteles rojos tambien). Los adoquines de la avenida del Boulevard de los Inkas se convirtieron en oro, pero ya a nadie le importa el oro, debido a que los bancos (derrumbados) no pueden convertirlo en gruesos billetes con la cara de algún "Pro-cer" norteamericano...
Bolivia debe lucir esplendida, mi compañero, sin animos de ofender. El salar de Uyuni, el mercado de Oruro, las largas escalinatas de La Paz, la costa del Titicaca en Copacabana... tantos recuerdos vienen ahora a mi mente. Pero ninguno como el del 65, rabiando y resoplando como un elefante, mientras avanza embisitendo el aire caliente de la Avenida Forest, doblando en Federico Lacroze, y pasando (mirando de reojo) por la puerta principal del cementerio.
Quiero preguntarle:

—¿Está usted en Bolivia, doctor Francisco Santoro?

Muy sinceramente.

Darío Serrano.