martes, 27 de mayo de 2008

Aceptación

Irremediable destrucción de lo inmodificable: Destrucción.

-"Where are you going?" preguntó.
-"Disculpe, no hablo alemán...pero de casualidad ¿No tiene fuego?" respondí.

No es suficiente pensar en lo irremediable, en lo que no tiene solución, en lo que es de una forma y no podrá (jamás) ser de otra.

-"Modifico los accidentes... ¡¡¡no la esencia!!! ¡¡¡los accidentes!!! ¡¡La esencia se modifica en Sartre, no en Santo Tomás!! Anoten alumnos...y rápido, que tenemos que pasar a otro tema y la clase de hoy es corta."

-"No anduve leyendo mucho últimamente. El libro de Gorostiza nomás."
-"¿De que trata?"
-"De la dictadura de Uriburu, de un fusilamiento, de una historia de amor, de un barrio porteño en aquella época. Una mierda."
-"Mi hermano me dijo que le gustó, por eso te lo regaló."
-"Tu hermano es un pelotudo."
-"Bueno, lo que vos digas amor, te llamo otro día que tengo un montón de cosas para hacer todavía..."

Irremediable es una palabra demasiado fuerte para alguien que cree en el paso del tiempo. Inmodificable debería tener alguna salvedad, algún asterisco que nos permita ir hasta el pie de la página de nuestro libro y leer algo así como "El rumbo de lo inmodificable queda sujeto al libre albedrío de cada individuo." La destrucción de lo que creemos eterno debería darnos una posibilidad de evitarla.

jueves, 22 de mayo de 2008

Oscuridad / Contraflor/ Flor por dentro

Oscuridad.
Realmente oscuridad, pero sobre su cráneo una lamparita incandescente.
- Vamos coronel, vamos que empiezan los tangos.
Inmutable, cabizbajo, solo. Realmente solo.Un cuerpo pálido, magro y despojado de ambiciones sobre la eternidad de la oscuridad que jamás será luz u otra forma de expresión.
Los gritos sordos solamente desgarran gargantas, no se propaga en el ambiente la onda sonora, no escucha y tampoco ve, la destrucción y la ira se presentan en cosas tan simples como la indeferencia, los vidrios blindados y los zoológicos, el perro embalsamado de la fragata Sarmiento y tal vez un recuerdo de la infancia que nos deje el agridulce sabor de la remota felicidad.
Ver, no participar, no hay invitación.No pasa el tiempo, las células no se descomponen, sucede nada.
Giran las miradas sobre el cuerpo y el verdadero agujero negro que lo rodea, intentan deglutirlo o almacenarlo en la retina, para saber mas. Solo por si en algún momento desaparecen sus miserables glúteos o sus profundísimas ojeras.
Sigue estable el dulce Rocinante, allí esta, para que lo traguen y después intenten vomitarlo sin saber que sera imposible deshacerse de el.
No desaparece, vomitan infinitamente

jueves, 15 de mayo de 2008

Flor amarilla

Parado con la puerta de vidrio a sus espaldas. Admira la inmensidad de Enero y las plantas de su invernadero. No utiliza los nombres que aparecen en los libros de jardineria. Prefiere llamar a las plantas con seudonimos. Los colores de algunas hierbas lo perturban. La caída del tiempo en hojas secas lo hace pensar: piensa en seguir las mañanas con un calendario, tachando los dias con un marcador rojo. El viento muere en la puerta, del lado de afuera, del lado que conversa con el frente de la casa y el jardín de las estatuas.
Ahora (que es en realidad varios minutos despues de haber entrado al invernadero) un ruido lo distrae. Una gota golpea el techo del invernadero. El naranja del atardecer de Enero se despide, apurado por un frente de nubes grisaceas que avanzan hacia el sur. Don Cornelio cierra con firmeza la puerta del invernadero y se refugia entre las plantas. Hay de todas las formas y colores. La lluvia le gusta, le hace recordar las tardes de su adolescenia en el Botanico de Buenos Aires con Silvia. Le hace recordar las manos de Silvia cortando alguna planta y metiendosela en el bolsillo. Le hace recordar los peces carpa de la fuente. Se acuerda tambien del departamento que el padre de Silvia utilizaba como taller: el 1er piso que daba a Las Heras, a pocas cuadras del Botanico. Se acuerda ahora (que en realidad es varios minutos despues de que la lluvia empañe las paredes del invernadero) de aquella vez que esperando el 59 en Las Heras, la lluvia los sorprendiera y Silvia lo invitara a subir al departamento. Se acuerda de sus manos en la espalda, en los pechos de Silvia, entre sus piernas. Besos y fuertes respiraciones. Cuerpos mojados y desnudos que se acuestan sobre un sillón lleno de bocetos y pinturas. Un ruido lo trae nuevamente al invernadero. La puerta esta abierta. Un frio indescriptible le recorre el cuerpo: junto a la puerta ve dos monos, y casi sin querer hacerlo, mira un poco mas lejos y ve un elefante que se acerca a una de las estatuas del jardín.

sábado, 10 de mayo de 2008

Cubiculo 745-b

Se tocan sus incomodas partes, las ballenas blancas habitan lo mas profundo del ser, eso escriben los analistas preocupados por la mar caspia y castaña desterrada de convicciones propias.
- Cállate hijo de puta, cállate la boca. Mírame fijo - y lo miraba - cagon, ¿ya te measte?
Lo escupieron, lo lloraron, lo lamieron los gatos del botánico.
Se mira en todos los parabrisas, solo allí ve las nubes y los cielos.
-Capicúa
“Gran Convocatoria Gran: Obra benéfica del Señor Parodi y su mujer Doña Teresita Azucena de Azcuenaga regalara agendas para sordomudos el martes siete de junio a las 18 hs en el cruce de las avenidas 107 y Sinclair.
- 35, 36, 36, ¿nadie con el 36?, 37, 37,37 ¿en que le puedo atender?
- ¿Estos son los últimos bebes que le quedaron? a ver… ¿medio negritos no?
- Todos correntinitos, ¿vio? ¿Va a querer uno?
Una moneda de diez centavos, un boleto, tres colillas y medio cigarrillo, se ofrecen señoritas y efectivo al instante.
Aquí no paso nada, mientras me arrastro con las manos.

lunes, 5 de mayo de 2008

Medianoche

"¿Quien puede andar a estas horas por la vía del tren?"
Sentado en mi habitación escucho la bocina de un tren.
Son las 0:18am... "¿Quien puede andar a estas horas por la vía del tren?"

Algun coyote, algun extraño "ser", alguien con un libro de Sartre en el bolsillo de un sobretodo azul.

(...)Aledanas calles en donde las voces y las miradas de oscuros y nocturnos testigos se detienen o se desvian (dependiendo el caso) hacia la distancia próxima de la vía del tren.(...)

"De seguro no hay nadie en el anden" reflexiona alguien en voz baja, y remata: "¿Quien puede andar a estas horas por la vía del tren?"

"No te preocupes querida, todavía se reflejan (a contraluz) en la superficie del agua algunas hojas secas que fueron arrojadas por el viento" dice una señora de uñas largas y rojas. Luego corta el telefono y se dispone a retomar la novela. Al hacerlo piensa en voz alta: "La semana que viene voy a viajar a la ciudad."