domingo, 23 de septiembre de 2007

Peronismo interpretado (con la Orquesta típica porteña)


Hay dos cosas en la pared: un cuadro muestra a Roberto Goyeneche. Lo otro es un banderín de Platense.

Saavedra entra en la noche de un Sábado cualquiera. Junto a una mesa un hombre saca un cigarrillo y se lo pone apagado en la boca. Se arremanga la camisa. Mira por la ventana y ve pasar dos monos. Uno de ellos viste un traje negro, moño y galera. El otro camina unos pasos más atrás, pantalón, camisa y corbata.
El hombre enciende el cigarrillo y pide un café.
-Un cortado –dijo-.
Lo olió y lo tomo de un sorbo.
-Otro cortado Sergio –dijo-.
El hombre lo olió y se guardo la taza y el café en el bolsillo del saco que había colgado en la silla que lo enfrentaba.

Entraron dos monos al bar (Traje de fajina, bigote, botas y sable). Se sentaron en una mesa. Desplegaron un mapa. Uno de ellos sostenía el mapa mientras el otro dibujaba líneas de colores por todo el papel.
El hombre los miró, y sin que se dieran cuenta, se acercó hasta la barra y cambio el disco de Goyeneche por otro de Goyeneche. Los nervios lo delataban en frías gotas que le caían desde la sien hasta el cuello de la camisa.

Empezaron a llegar otros monos: Traje de fajina, bigote, botas y sable.

La televisión que había permanecido apagada al final de la barra se encendió.
El hombre miró a los monos. Lo miraron. Se sentaron y empezaron a desplegar más y más mapas.
Uno de los monos se detuvo. Levantó la cabeza y miró al hombre.
-¿Nos esta hablando a nosotros…?
El hombre no tuvo tiempo de responder. Los monos que hasta ese momento habían estado concentrados en sus mapas, se levantaron y se acercaron hasta la mesa en donde estaba el hombre.

Se peleaban por ocupar la silla que sostenía el saco, hasta que uno de ellos se quemó con el café caliente que salía del bolsillo.

Goyeneche cantaba de manera desgarradora las frases de “El último Farol” de Troilo, intentando desviar la atención de los monos, que poco a poco desgarraban la carne de su víctima (Juan Domingo Perón era el nombre de aquel hombre).

La voz de Goyeneche y el ruido de los dientes de aquellos monos fueron las ultimas dos cosas que el hombre escuchó antes de morir.

1 comentario:

Lanchumor dijo...

Dale loco ponganse las pilas.
Desarrollen el blog de las ballenas tiranas.