jueves, 5 de febrero de 2009

Carta

Citare al desconocimiento, me inclinare hacia lo documental mi querido amigo, las guerras ya desbastaron lo que alguna vez fue el colegiales de nuestra infancia, el verde andar descalzo, el antiguo osvaldo solamente kiosquero, el metafisico de puras risas para nosotros, la espada de la plaza zarraga, ¿como llego hasta ahi? en que termino todo esto, las ballenas vendran a redimirnos, el olor a mono un lunes por la noche, ojala baste con la longitud de nuestros brazos, para abrazarlo todo y que nada se valla hacia ningun lado y que por un momento todo sea reatratrable y que nuestros cansados parpados reposen sobre la maxima certeza de que alli estara ella, ella como fin ultimo de todas las caminatas nocturnas, de todas las veces Conde al fondo y el tormentoso mar de la calle Pampa, el grito de las ballenas como el canto de las frescas adolescentes o simplemente el relinchar de un 65 contra un 80 por la Sanguinaria cualquier madrugada de Junio.
Eso, y todas las comas demas.
Sin mas, mi querido Dario,
con afecto, le arrojo mi pensamiento.

Francisco

lunes, 22 de diciembre de 2008

Ciudad Baigón

La ciudad... (La puta ciudad)

Es de noche. No conozco otra forma. Siempre es de noche, si no fuese asi, no estaria escribiendo estas lineas.
No queda nada de noche... las ratas, las bolsas de basura rotas, saqueadas y apoyadas contra la vereda. Los semaforos obsoletos, los carteles que esperan un nuevo dia y su gente, para indicarle los nombres y los sentidos de circulacion de las calles. Esperan inutilmente. Hace muchisimo tiempo que nadie se acerca a esta ciudad. Fue abandonada despues de las prolongadas lluvias y la guerra. Nadie recuerda a Ciudad Baigón. Soy el unico sobreviviente. Estoy acostumbrado. Invento mis reglas: duermo de dia, escribo de noche. Sobrevivo gracias a la basura que dejaron en las bolsas negras (corazones de manzana, cabezas de pescado, huesos de pollo, etc). No piensen que soy un indigente, no. Tengo aire acondicionado, tengo libros, tengo discos, tengo agua potable, tengo ropa, zapatos, crema de afeitar, pasta dentifrica, etc, etc, etc.
Me gusta escribir, me gusta caminar de noche, me gusta que no haya ruido, me gusta ir a la iglesia y ver su gran puerta de roble cerrada (fantaseo a veces con abrirla). Amapola era el nombre de mi hija. Amapola es el nombre de la calle donde vivo... no es Amapola, pero yo la llamo asi: Amapola 2365 7mo "A", me gusta rendir tributo a las personas y cosas que me hacen sentir bien. El recuerdo de mi hija me hace bien. Hay dias (noches) en que necesito hablar con alguien y me siento muy solo, pero la mayoria de las veces me gusta el silencio. Ahora intento escribir algo para poder dejar un legado. Me siento culpable por no dejar un legado, algo que pueda documentar mi presencia en esta ciudad...Me pongo comodo, prendo la luz de mi escritorio y escribo en una servilleta de papel: "Esta ciudad no se llama Ciudad Baigón." Enrollo la servilleta y voy hasta la ventana. La abro y me quedo mirando las luces de un avion que vuela a lo lejos. Meto mi declaracion en una botella de vino vacia, la cierro con un corcho y la dejo caer desde el septimo piso, para verla estrellarse contra el asfalto de Amapola y romperse en mil pedazos de vidrio.

viernes, 12 de septiembre de 2008

Fermento

Cabizbando los vados y la podredumbre de meses largos bajo la lluvia, la gente del colegiales metafísico habito mas entre costumbres y cordialidades que en una verdadera catástrofe como la vivieron [hoy] los antiguos sanguinarios. El olor a puerto perdura y convive con la ya retirada del agua, las moscas se amontonan sobre los muertos animales. El síntoma de enfermedad y esta vez todo era barro, peste, tiranía. Nuevas realidades tramaban la escena del paraje de las ballenas, como entes fantásticos o reales, en el plano celestial o el plano terrenal.
Ballenas asesinas revientan la esquina de mi barrio, ballenas asesinas se juntan en el kiosco de Osvaldo. Osvaldo, el de las pesadillas de Zamel el turco, o el que en otras circunstancias vendía cigarrillos entonando la marsellesa o coca cola tarareando la internacional. Definitivamente preso en las pesadillas de Zamel contemporáneo, quien cena con auriculares puestos, complejizando las noticias y explicando las muertes de los castillos a su tía, que intenta ver por la televisión los concursos del gran baile. En definitiva gigantes edificios conceptúales, séptima generación del renacuajo anglopampeano, fiesta y doma.
- Cierre su libro Zamel, es hora de que nos acompañe
Y el robusto se levantaba empapado en sudor, las palpitaciones le daban hambre y se dirigía a la cocina, en la heladera estarían las sobras de su platillo favorito, Suareas Ancas de Rana extraídas del arroyo Vega por su tía y sus propias manos, - ¡Entrad a mi boca, dulces quinceañeras, entrad! - consumía los batracios y volvía a su estado de reposo.
Así yacen las condiciones de existencia y la sed moderna, la búsqueda como fin último descansa sobre las telas de araña, los monos de la calle pampa robaron el antiguo telón del teatro colon. Zamel respira por última vez

sábado, 6 de septiembre de 2008

113

Caminaba ayudado por su bastón. Su ovejero habia muerto a manos del 113, en donde Forest choca con Pampa, sangrando sobre los adoquines que llegaban hasta la puerta de su casa, en donde descansaba el Renault 12. Rara vez salia de su casa. Su ceguera no le permitia ver que la luz de la galeria permanecia encendida noche y dia. Pensó en volver a fumar, en comprarse otro ovejero. Pensó y no hizo, como la mayoria de las veces que habia pasado en su vida. Se sentó en la galeria. Escuchaba el ruido del 113 y lo maldecía una y otra vez. Solía confundir el episodio de la muerte de su perro con el de la muerte de su esposa. Las "imagenes" eran iguales, reproducidas una y otra vez por su imaginación, la misma que las habia creado en ambos casos. Fue hasta el kiosco de Pampa y Melián. Compró "puchos" como les decía su mujer. Cuando volvió a su casa, se dió cuenta de que las llaves no entraban en la cerradura de la reja. Intentó una y otra vez, golpeó la reja, la maltrató a puntapies, la maldijo, la maldijo con toda su boca, con sus ojos entreabiertos, con su bastón, con el odio que guardaba por la muerte de su esposa, por la muerte de su perro y por la ceguera que lo había aislado toda la vida. De rodillas frente a su casa, de espaldas al Renault 12, decidió que nada valia la pena. Todo era inutil, todo era una metafora sin sentido, una burla. "Las cuentas de la luz", "¿Por que mierda tengo que seguir pagando las cuentas de la luz?" le gritaba a las personas que pasaban por la puerta de su casa cuando se sentaba en la silla de mimbre de la galeria. Luego de un tiempo logró calmarse, y pensó que lo mejor era pedir ayuda. Intentó buscar su bastón, pero ya no lo encontraba, caminó unos cuantos pasos y sintió como cambiaba el piso. Escuchó un ruido, y como si todo hubiera pasado en un segundo, reconoció el 113 que se acercaba castigando los adoquines. Se arrodilló y lo maldijo por última vez.

sábado, 30 de agosto de 2008

Esa vez la basura era lo unico que se podia patear, esa vez sonaba el metafisico en su cabeza, respiraba y mojaba su bufanda que muy alta prendia. caminaba solamente, movia una pierna y otra , una pierna y otra, caminaba a paso firme, se concentraba en sus pies, miraba hacia abajo y veia pasar las baldosas bajo sus zapatos, sus rodillas se movian solamente lo necesario, logrando asi un caminar perfecto a paso moderado y seguro. Sonaba el metafisico en su cabeza.

martes, 12 de agosto de 2008

Colegiales profundo

"La metafora era incomprensible, casi inexistente: Los cantos (extremadamente agudos e irrepoducibles) se acercan a redimir, a recomponer, a restaurar la paz del Colegiales profundo , aquella que hemos profanado los sanguinarios. Ya es demasiado tarde para arrepentirnos, ojala esta carta sirva para poder poner en palabras mi arrepentimiento. Ya es demasiado tarde. "

(Manuscrito original, encontrado en uno de los depositos de la estacion de tren de Colegiales, aquellos que fueran nombrados por Osvaldo como base contra el exterminio.)

Las calles eran rios, las embarcaciones era bienes preciados. Descascarando un caracol de agua para poder comerlo, uno de los sanguinarios mas viejos esperaba sobre su bote. Entre los antiguos residentes de Colegiales se lo conocia como "Salieri", pero para los sanguinarios (que no usaban sus nombres sino que se llamaban por numeros) era "numero 2", famoso por ser la mano derecha de Osvaldo. Numero 2 fumaba una antigua pipa, una que comprara en una de las tantas ferias que se celebraban en las casas de Villa Ortuzar, antes de que las lluvias irrumpieran con su furia atroz. Con una mano sostenia la pipa y con la otra descascaraba con gran destreza el caracol. Su fama de fanfarron lo caracterizaba. Gustaba de alardear frente a los jovenes en las esquinas del antiguo Colegiales, con su voz ronca y sus letras de tango que recitaba de memoria desde su carreta. Pero las lluvias lo habian cambiado. En el bote permanecia en silencio. Con el caracol en la mano y la pipa que fumaba con indiferencia.
Numero 2 habia dado un informe de "normalidad y calma" a su amigo Osvaldo, quien pasara con su bote minutos antes de la primera aparicion. Osvaldo ya habia remado hasta el fondo de la cuadra y habia doblado en la esquina, cuando numero 2 vio por primera vez lo que sus ojos no podian abarcar: el lomo de una ballena. Era sabido que los renacuajos y algunas cuantas variedades de peces habian adoptado el cauce de las calles de colegiales como propio, pero poco se sabia de animales de mayor porte, y mucho menos de ballenas. "Ballenas blancas" dijo numero 2 mientras dejaba caer sin pensar su pipa y el caracol. "Ballenas Blancas", tal como las habia mencionado aquel borracho que se presentaba en las reuniones sociales en el Agora situado en la calle Zarraga. "Vendran por nosotros, como ya lo han hecho, vendran a redimirnos y castigarnos" gritaba el malviviente que irrumpia en los debates que se llevaban a cabo en el Agora. No causaba mas que risas en la gente, que no podia ni imaginar la posibilidad de ballenas avanzando por el ripio y los adoquines de las calles de Colegiales.
"Ballenas Blancas" fue lo ultimo que suspiro numero 2, antes de intentar tomar inutilmente el remo, en el momento en que las fauces del cetaceo se abrian y lo hacian desaparecer de la luz que daba la luna y algunas pocas estrellas, sobre el agua de la calle Conde.

viernes, 25 de julio de 2008

El Diluvio

Las gotas de a poco comenzaron a estrellarse sobre las baldosas, crece el torrente acariciando el cordón, la noche cesa, las lluvias penetran por los poros y ablandan los nervios. Se sabe. Los ríos solo crecen a llantos.Al cabo de siete días de constantes precipitaciones, la rustica avenida Sanguinaria o Elcano para los contemporáneos, se había convertido en un riacho, Osvaldo poseía de un bote y con el ayudaba a los mas nesecitados, ofrecía botas de lluvia pero los mas tradicionalistas no las aceptaban, preferían pisar los charcos y el barro descalzos,
- lo lindo que es pisar el barro descalzo Osvaldo, ¿te acordas? ¿Que mierda estas haciendo? Osvaldo no hacia caso a las recomendaciones de los mas antiguos del lugar y seguía con su clientelismo de bote naranja y chaqueta de cuero.
Pasaron los días y las lluvias seguían sin dar respiro, Colegiales comenzaba a vivir una nueva etapa, las fisuras entre los vecinos eran cada vez mas marcadas. Osvaldo había conseguido cierto numero razonable de seguidores, quienes luego serian llamados los Sanguinarios de la Reformacion, Zamel condenado al ostracismo se convirtió en un habitante de los pagos del puente Olazábal, y la única oposición existente (también lejos de Zamel) era la del grupo de los antiguos residentes, estas personas veían el diluvio como un hecho natural de las fases del tiempo y las estrellas, esperaban un desenlace mas halla de sus acciones y las de Osvaldo. Algunos albergaban a aquellos extranjeros que vinieron con el rumor de la vaga solidaridad en el bienamado Colegiales anterior.
Pasaron meses y los riachos habían crecido, eran tiempos de la séptima generación de renacuajos, crecieron flores acuáticas, y los nietos de los antiguos residentes eran ya eximios nadadores y experimentados pescadores de mojarras, la lluvia no cesaba, a veces era solo un vapor con el que se convivía amablemente, las noches de pocas gotas eran hermosas, se escuchaba a los sanguinarios fumar y jugar a las cartas en los botes de guardia, cantos extremadamente agudos e irrepoducibles subían desde la gran desembocadura de Pampa y la vieja vía hasta aquí. Cada noche son mas las voces y cada vez están mas cerca, los Sanguinarios les temen y les cuesta prender los cigarrillos porque tiemblan, sus encendedores no funcionan por la humedad. A veces, parece que van a enloquecer