viernes, 25 de julio de 2008

El Diluvio

Las gotas de a poco comenzaron a estrellarse sobre las baldosas, crece el torrente acariciando el cordón, la noche cesa, las lluvias penetran por los poros y ablandan los nervios. Se sabe. Los ríos solo crecen a llantos.Al cabo de siete días de constantes precipitaciones, la rustica avenida Sanguinaria o Elcano para los contemporáneos, se había convertido en un riacho, Osvaldo poseía de un bote y con el ayudaba a los mas nesecitados, ofrecía botas de lluvia pero los mas tradicionalistas no las aceptaban, preferían pisar los charcos y el barro descalzos,
- lo lindo que es pisar el barro descalzo Osvaldo, ¿te acordas? ¿Que mierda estas haciendo? Osvaldo no hacia caso a las recomendaciones de los mas antiguos del lugar y seguía con su clientelismo de bote naranja y chaqueta de cuero.
Pasaron los días y las lluvias seguían sin dar respiro, Colegiales comenzaba a vivir una nueva etapa, las fisuras entre los vecinos eran cada vez mas marcadas. Osvaldo había conseguido cierto numero razonable de seguidores, quienes luego serian llamados los Sanguinarios de la Reformacion, Zamel condenado al ostracismo se convirtió en un habitante de los pagos del puente Olazábal, y la única oposición existente (también lejos de Zamel) era la del grupo de los antiguos residentes, estas personas veían el diluvio como un hecho natural de las fases del tiempo y las estrellas, esperaban un desenlace mas halla de sus acciones y las de Osvaldo. Algunos albergaban a aquellos extranjeros que vinieron con el rumor de la vaga solidaridad en el bienamado Colegiales anterior.
Pasaron meses y los riachos habían crecido, eran tiempos de la séptima generación de renacuajos, crecieron flores acuáticas, y los nietos de los antiguos residentes eran ya eximios nadadores y experimentados pescadores de mojarras, la lluvia no cesaba, a veces era solo un vapor con el que se convivía amablemente, las noches de pocas gotas eran hermosas, se escuchaba a los sanguinarios fumar y jugar a las cartas en los botes de guardia, cantos extremadamente agudos e irrepoducibles subían desde la gran desembocadura de Pampa y la vieja vía hasta aquí. Cada noche son mas las voces y cada vez están mas cerca, los Sanguinarios les temen y les cuesta prender los cigarrillos porque tiemblan, sus encendedores no funcionan por la humedad. A veces, parece que van a enloquecer

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