jueves, 17 de julio de 2008

La Sanguinaria

Había una pulpería donde solían juntarse los sanguinarios, antiguos personajes con patillas largas y vozarrones autoritarios. Esta se encontraba atrás de lo que hoy es la Parroquia de San Ambrosio en el actual Colegiales, eran épocas donde los chicos cazaban ranas en el arroyo, se ensuciaban las rodillas y sus madres les rezongaban en algún dialecto de del sur de la península itálica. Los tiempos del Sanguinario fueron tiempos de paz y buen augurio aunque su nombre ofrezca lo contrario, se recuerda con mucho brío el mercado y sus animales traídos desde la mística llanura, los llamativos colores de la feria, el organito, las delicias de la vida sencilla, los grillos entre los pastizales y el cantar de gallo por la mañana.
Bien se decía que no hacia falta trabajar mucho para sobrevivir en el antiguo Colegiales, este dicho molestaba a los oriundos de la región, no por la falsedad de la proclama sino más bien en defensa del patrimonio del poblado y sus beneficiarios. Verdad era que en Colegiales uno podía andar descalzo el día entero, los niños los hacían hasta los quince años o hasta que les calce algún zapato antiguo de su padre, tío o familiar cercano, algunos hombres no se calzaban jamás y podían pasar toda una vida descalzos deambulando por los aledaños. También se decía que no había mucho problema para conseguir alimento, la caza para el autoconsumo estaba permitida, y no estaba mal visto carnear animal ajeno siempre y cuando sea para satisfacer el hambre de uno, si el animal carneado era de un tamaño mayor el carnero debía asar sus carnes en una esquina y ofrecer menudas porciones de animal asado a quien pase por allí, tampoco estaba mal visto pedir un plato de comida tocando amablemente la puerta de una casa.
Estas costumbres se mantuvieron por mucho tiempo hasta que el rumor de la sana y solidaria vagancia el Colegiales antiguo domino y oscureció las tardes, comenzaron a venir personas de muchos lugares a descalzarse y a comer asados en la esquinas de la zona, los Sanguinarios hervían en sus sangre ante el hecho y los debates en la pulpería eran cada vez mas subidos de tono.
Zamel, el turco reaccionario propuso las brigadas rojas, mostró un plan que el mismo había diseñado en un gran libro rojo y prometía con ademanes que en quince días eliminaría a los vagabundos que silban blues y comen asado a orillas del tren. Osvaldo el Sanguinario lo escuchaba atentamente pero tenía otros planes y con su pulgar abajo hizo sentar al fiel colaborador. Zamel no gusto de esa desautorización. Mirando de reojo se sentó y bebió un trago de amarga cerveza.
Osvaldo en una oración definió la sesión, propuso esperar y tratarlos bien, hacerlos sentir parte del bienamado Colegiales,
-¡Les daré cerveza fría y barata, fiare algunos envases también, yo verán cuantos beneficios traerá a nuestras arcas, pero desde hoy en adelante mis compañeros, ustedes deberán trabajar de sol a sol, será un nuevo Colegiales!
La gente se alboroto, Osvaldo luego de disertar saco el facón de su cinto y dio por acabada la velada, hubo desmanes a la salida y Zamel dejo de confiar en su jefe, volvió a su casa con las manos en los bolsillos, escuchaba ese maldito blues y pensaba, pensaba con el ceño fruncido y las manos en los bolsillos…

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