domingo, 20 de julio de 2008

Aguas fuertes

El calor del verano inundaba la noche de Colegiales. Acostado en su catrera, mirando el techo a la luz de una vela, Zamel no podía conciliar el sueño. Las gotas le caían por la cara, le pesaban los parpados: los cierra, los abre, los cierra, el cuerpo empieza a girar: los tigres se acercan, se alejan se van. El desierto va entrando de noche en la ciudad, los locos solo miran y lo dejan entrar: Son siete, son miles, no quieren pensar. Son islas desiertas en medio del mar.
Osvaldo pone el último envase vacío de cerveza en un cajón y se dispone a cerrar el kiosco, a pocas cuadras de donde Zamel lo maldice, sobre lo que luego sería conocido como la avenida "Sanguinaria" o "El Cano" en el Colegiales contemporáneo.
Zamel sueña: son huesos, son flores, son miedo y verdad, caminan llorando, sangrando piedad, el cuerpo ya frio, empieza a sangrar, el miedo del cuerpo y de la libertad.
Osvaldo prende un cigarrillo. Poco se sabe de aquello que tanto le interesa: barrios que cruzan el Rio de La Plata. Solo sus nombres: Colonia, Montevideo, en fin, "Uruguay". Apaga el cigarrillo contra el cordon de la vereda. Escribe en su libreta: "Prosas modernas cruzando altamar, juguetes rabiosos que vienen y van." Osvaldo, que sería mas tarde homenajeado por Roberto Arlt, recuerda aún la primera vez que enfrentó a Zamel en el Agora o Plaza Zárraga, como se la conoce en el Colegiales moderno. "Aguas fuertes, al puerto han de llegar: porteños cristales, de viento, de sal" gritaba con su puño en alto el kiosquero, mientra "El Turco" lo escuchaba con cara de pocos amigos.
Zamel sabía que las intenciones de Osvaldo disentían con las de los ciudadanos de Colegiales. Una noche calurosa, Zamel despertó y decidió pasar una advertencia. Con carbón, y de su propio puño, escribio frente al kiosco de su nuevo enemigo: "Osvaldo: En la biblioteca de su barrio (lo que hoy se conoce como la libreria del Sol), con Trotsky y Karl Marx, usted y los suyos, que distan ya de los nuestros, están corroyendo valores del discurso institucional. Colegiales le pide que cierre su kiosco por última vez y camine hasta el Rio de La Plata sin mirar atrás" y abajo firmaba, con su propia sangre: "El Turco" (pueden verse en el barrio actual, homenajes ciudadanos de aquella historica firma.)
"Aguas fuertes, al puerto han de llegar: porteños cristales, de viento, de sal..."

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