sábado, 6 de septiembre de 2008

113

Caminaba ayudado por su bastón. Su ovejero habia muerto a manos del 113, en donde Forest choca con Pampa, sangrando sobre los adoquines que llegaban hasta la puerta de su casa, en donde descansaba el Renault 12. Rara vez salia de su casa. Su ceguera no le permitia ver que la luz de la galeria permanecia encendida noche y dia. Pensó en volver a fumar, en comprarse otro ovejero. Pensó y no hizo, como la mayoria de las veces que habia pasado en su vida. Se sentó en la galeria. Escuchaba el ruido del 113 y lo maldecía una y otra vez. Solía confundir el episodio de la muerte de su perro con el de la muerte de su esposa. Las "imagenes" eran iguales, reproducidas una y otra vez por su imaginación, la misma que las habia creado en ambos casos. Fue hasta el kiosco de Pampa y Melián. Compró "puchos" como les decía su mujer. Cuando volvió a su casa, se dió cuenta de que las llaves no entraban en la cerradura de la reja. Intentó una y otra vez, golpeó la reja, la maltrató a puntapies, la maldijo, la maldijo con toda su boca, con sus ojos entreabiertos, con su bastón, con el odio que guardaba por la muerte de su esposa, por la muerte de su perro y por la ceguera que lo había aislado toda la vida. De rodillas frente a su casa, de espaldas al Renault 12, decidió que nada valia la pena. Todo era inutil, todo era una metafora sin sentido, una burla. "Las cuentas de la luz", "¿Por que mierda tengo que seguir pagando las cuentas de la luz?" le gritaba a las personas que pasaban por la puerta de su casa cuando se sentaba en la silla de mimbre de la galeria. Luego de un tiempo logró calmarse, y pensó que lo mejor era pedir ayuda. Intentó buscar su bastón, pero ya no lo encontraba, caminó unos cuantos pasos y sintió como cambiaba el piso. Escuchó un ruido, y como si todo hubiera pasado en un segundo, reconoció el 113 que se acercaba castigando los adoquines. Se arrodilló y lo maldijo por última vez.

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