martes, 27 de noviembre de 2007

El Delfín

Como si pudiera ver a traves de los ojos de un delfin, navegaba por un mar. Creía que era un mar, no podía sentir el gusto del agua y por ende no podía estar seguro de si lo que cubría repentinamente sus ojos era agua de mar. De repente los arboles que tapaban la luna, le hicieron darse cuenta de que era un delfín de río (seguramente uno de esos delfines marrones que viven en el Amazonas). No podía controlar ningun movimiento, solo podía ver desde los ojos, como atrapado adentro de aquel delfín. El agua subía y bajaba, cuando se sumergía podia ver con claridad (gracias a la luz de la luna llena que iluminaba el río y la selva). Por la velocidad que llevaba supuso que su "mitad-delfín", su alter-ego, su otro (casi-yo) corporal, estaba escapando de algo (no de alguien, porque en ningún momento miró hacia atrás).
Le pareció ver un jaguarete sentado junto a la orilla del río, pero cuando quizo volver a mirar, recordó que no podía controlar ningún movimiento del cuerpo de aquel delfín, de su "ahora" cuerpo. Se dió cuenta por la gran cantidad de luz que ingresó por sus no-ojos, que estaba nadando por una zona poblada, las luces de varios fuegos le dificultaban su vista, pero claramente no dificultaban la del delfín, que aceleraba su velocidad (quizas asustado o perturbado por la presencia humana).
Escuchó el ruido de un motor a lo lejos, un motor sumergido bajo el agua, probablemente el motor de una lancha o de algún barco. Le hubiera gustado mirar, pero una vez mas recordó su imposibilidad. El motor se fue perdiendo y fue reemplazado por el ruido de varios tambores, la luz de los fuegos por su parte fue sustituida por llantos y gritos sin sentido.
Sorpresivamente el delfín se detuvo.
Pudo ver, involuntariamente, un cuerpo que flotaba inmóvil sobre el lecho del río, un cuerpo humano. El delfín se acercó hasta tocarlo con su trompa. Los gritos eran cada vez mas fuertes, los llantos eran tan agudos, que los pajaros que dormian la noche de la selva, despertaron y comenzaron a volar. De pronto todo fue silencio. La Luna desapareció detrás de las nubes, los pájaros se detuvieron. Un alma pudo descansar eternamente. La otra, sorprendida, sintió como si pudiera ver a traves de los ojos de un delfín, que nadaba escapando río abajo.

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