martes, 25 de diciembre de 2007

Renault 12

Cuanta tranquilidad la de la noche, las estrellas ni titilaban, manejaron mas de 5 horas callados, un frió que congelaba y un intranquilidad inmensa.
No se confiaban mucho pero esa información era lo único que les quedaba.
De acompañante y con la frente pegada a la ventana helada viaja Tal, cautivado por lo hondo de la provincia de buenos aires empeñaba el vidrio con su neumónica respiración y nublando la vista veía como se agrandaba y como se achicaba su aliento en las heladas estrellas. Sobre el todo o sobre la nada, su frente ejercía cada vez mas presión sobre la ventana, mordía un botón de su montgomery y se regodeaba de lo cómodo que estaba, no le importaba la duración de lo que podía ser el viaje, creía poder permanecer sin moverse mas de diez horas.
El Renault 12 iba liviano como quien no lleva nada. No lleva nada. Iba e iba siguiendo la doble línea amarilla, surcando sin comprometerse, de esa forma podían seguir hasta la tierra del fin, pero ellos buscaban salvarse un poco mas cerca e iban con recomendación.
Manejando inquieto y revolviendo todo lo que podía revolver con su mano derecha, encontró en la guantera un casette que decía “kind of blue”, dejo los movimientos bruscos y dio un suspiro liberador, antes de ponerlo miro un segundo hacia fuera del coche, pensó en el nombre del casette y puso la cinta que desconocía totalmente. Sintió bien la música, la trompeta de miles lo llevaba de paseo al cuarto que compartían con su hermano en la casa de Soler, sentía los fraseos como si los hubiese escuchado siempre, como si fuese su hermano quien tocaba, apoyo redundantemente su cabeza contra el apoya cabeza y la ruta se convirtió en tres falos dorados soplados por tres sultanes negros disparándole calor a sus oídos. Sin duda no tenia idea que ese primer tema que lo atrapo se llama “So What” y no “Tres sultanes dorados” como el creía que se debía llamar.
Tal, que estaba sentado en el asiento de acompañante había destrozado a mordiscones el botón del montgomery, lo tenía entre dientes y le chorreaba un hilo de baba, estaba en la misma posición desde que salieron de la ciudad. Siempre mantuvo los ojos muy abiertos y procuraba no cerrarlos, en media hora llegarían a destino, cuando pasaran la sexta estación de servicio debían preguntarle al playero por lo de Don Cornelio.
Al pasar un alguien dijo
- Cuatro, creo que van cuatro
Los ojos muy abiertos se mantuvieron callados, sabía que iban cinco y hay que parar en la próxima.
Cuando llegaron al quinto o sexto claro de cemento se escucho el aviso.
- es esta.
Siguió de largo el Renault y a cien metros clavo los frenos. No se quitaron la vista de los ojos, el auto volvió marcha atrás y al fin alguien le pregunto al playero. El playero solo asintió con la cabeza y recomendó esperar el día.
Desconfiados y más intranquilos, esperaron al costado de un surtidor carcomido por la herrumbre y el viento. Nadie fue al baño y nadie tomo café. Los ojos muy abiertos se mantuvieron muy abiertos sobre la ventanilla empañada, solamente había pedido apagar la música.
Al lado y en silencio con la cabeza contra el apoya cabeza, miraba alguien como Dos y el playero tomaban mate alrededor de otro surtidor.
Levanto la mañana, uno de los dos mateadores se acerco, apoyo el brazo sobre el techo y hablando hacia muy pausado y mirando a los dos explico el camino.
Alguien saludo las recomendaciones y en la misma posición, sin moverse siguieron camino.

2 comentarios:

Luciano Doti dijo...

Me gusta mucho lo que escribis, cierta atmosfera nihilista y nocturna.

Anónimo dijo...

entiendo lo de nocturno pero no entiendo lo de nihilista.
Che me resulta muy placentero y copado leer los blogs, este y el de ballenas negras. Me parecio oportuno mencionar que los leo.
Estimadamente, yo.