martes, 4 de marzo de 2008

El rescate

"Los dos muchachos que venían de la capital intentaban dar cierto tipo de explicación a su llegada pero Don Cornelio no le prestaba atención, quedaba la duda de si no era capaz de prestar atención o si lo hacia por que realmente era muy astuto y sabia que no tenia que saber."

Don Cornelio durmió toda la mañana. Los muchachos esperaron en sus camas hasta que el dueño de casa despertó y abrió los candados de las puertas. Se reunieron en la galeria que daba al camino de ripio que unia la casa con la tranquera principal. Permanecieron varias horas los tres, sentados, mirando la nada, ni una palabra, ni un cruce de miradas, ni una explicacion a los candados, ni mucho menos a las estatuas del jardin.
A eso de las 6 de la tarde Don Cornelio se puso de pie, fue hasta la cocina y trajo un mate con un termo lleno de agua fria, unos bizcochos y un libro. Se puso a leer, paso el mate, todos tomaron y comieron. Al caer el sol, Don Cornelio se precipitó e insitió en que entraran a la casa. La noche cubrió los arboles de la galería para el momento en que Don Cornelio terminó de tapiar la ultima ventana. Luego se metió en la cocina y apareció al rato con una bandeja con carne al horno, unas papas y unas cuantas cebollas. No faltó la misma botella de vino (lo que quedaba de ella de la noche anterior) para que acompañara la cena y los cigarrillos de la sobremesa.

Don Cornelio rompió por fin el silencio. Adán interrumpió un perturbador pensamiento en el cual Catalina era la protagonista principal.

"¡Personal! ¡visceral! ¡sí..!!" exclamó Don Cornelio. "Tres dias esperamos el rescate, ¿pero sabe usted cuál es el tema? el tema es que necesitamos que vuelvan aquellos buques de antes, esos buques que aterrorizaban las noches frias de los mares del sur...Que vuelvan esos buques, esos barcos de guerra con sus bocinas sordidas, esas bocinas que muchos marineros confundian con ballenas...ballenas... (Don Cornelio se echó a reir), las ballenas conocen de la guerra, saben que no tienen que acercarse cuando el mar esta repleto de barcos con cañones, de portaviones...de torpedos."
Don Cornelio hablaba ante la mirada de los muchachos, comia con las manos el ultimo pedazo de carne de su cena mientras reía y gritaba barbaridades... "Esos putos ingleses". "Este odio tiene que venir de algún lado" reflexionó en voz alta. "¡¡Estos putos ingleses y la concha de su madre!!"

Eugenio lo miraba como esperando el momento para decirle lo que tenía que decirle...
Adán por su parte parecia haber retomado aquel recuerdo de Catalina y habia dejado su comida a un lado, como si el estomago se le hubiera cerrado.

Don Cornelio hizo silencio.

"Capitán..." le dijo Eugenio.

Don Cornelio escribia algo en una servilleta sin mirarlo.

"Comandante..." insistió Eugenio.

Don Cornelio le alcanzo la servilleta deslizandola sobre la mesa.

Eugenio la levantó y leyó en voz alta:
"¿Por que las condiciones objetivas no son suficientes para que se instaure un dialogo"? y abajo sin utilizar el pseudonimo de Don Cornelio, El Comandante Bonzo firmaba con su verdadero nombre y dejaba un último mensaje: "Me cago en las malvinas".

Eugenio dejó la servilleta sobre la mesa y miró a Adán que ahora se servía una copa de vino hasta el tope, lo bebía de un sorbo y se dirigía a su anfitrión con cara de pocos amigos:

"Es hora de irnos Comandante Bonzo, busque sus cosas y acompañenos por favor..."

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